Para ello es necesario conocer -al menos por encima- las ideas de los dos Carlos más influyentes en el pensamiento de la era moderna: Carlos Darwin y Carlos Marx.
Ambos autores enfocan la realidad desde lo que puede comprobarse y medirse, y abandonan las doctrinas no empíricas para llegar a sus conclusiones.
Charles Darwin sentó las bases para entender -con el desarrollo del enfoque evolucionista de la psicología como continuación lógica de su teoría de la evolución- que el cerebro humano (como el de cualquier otro animal) es el producto de millones de años de proceso evolutivo. Esto hace que el cerebro humano contenga, además de los atributos exclusivos de Homo sapiens sapiens, el resto de atributos genéricos de otros primates. Esto es: el ser humano está muy influido por sus instintos, a los que llama emociones, sentimientos, pasiones, impulsos, subconsciente, etc. Según varios autores recientes tales como Richard Dawkins (autor de El gen egoísta), esto quiere decir que el hombre vive movido por sus instintos y que la cultura humana se limita a articular la manera en que éstos se satisfacen, a través de herramientas como el lenguaje, los objetos, y las normas sociales del momento.
Como ya dijo David Hume: "La razón es, y sólo debe ser, esclava de las pasiones, y no puede pretender otro oficio que el de servirlas y obedecerlas."
Como ya dijo David Hume: "La razón es, y sólo debe ser, esclava de las pasiones, y no puede pretender otro oficio que el de servirlas y obedecerlas."
Richard Dawkins |
De ahí se puede explicar la obsesión de ciertos sectores por controlar qué pensamos y cómo nos sentimos. Controlar nuestra mente es controlarnos a nosotros.
La teoría de Karl Marx permite entender el origen materialista del poder dentro de la teoría del materialismo histórico: la infraestructura de una sociedad -las condiciones materiales: fuerzas productivas y relaciones de producción- determina la que será su superestructura -su estructura legal, social y política-. Marx rechaza las razones ideológicas que no pasan de justificar las relaciones de poder del statu quo y da una explicación materialista al poder, igual que otros autores (no tan relevantes) anteriores a él.
Lo primero que percibe Marx es que el poder se alcanza gracias a medios materiales (la explotación del trabajo del obrero por parte del burgués, según su teoría). No es difícil concluir, entonces, que el poder tiene una base material.
Lo que nos lleva a la siguiente conclusión...
Lo que nos lleva a la siguiente conclusión...
La esencia misma del poder es la colaboración de otros y los recursos para conseguirla
Si nadie colabora contigo, no tienes poder. Si todo el mundo se somete a tus dictados, tienes poder absoluto. El poder reside en la colaboración efectiva entre partes.
Esto quiere decir, entre otras cosas, que el poder real no reside en individuos aislados, sino entre personas que colaboran entre sí. Esto es: el poder lo tienen los grupos. Estos grupos pueden ser ejércitos, estados-nación, compañías transnacionales, intelectuales, hijos, madres, cajeras de supermercado, etc.
Como el poder se articula a través de los grupos, la típica visión arriba/abajo de la "pirámide del poder" debería más bien complementarse con dentro/fuera del "grupo de poder".
La formación de grupos -familias, tribus, ciudades, naciones, imperios- promueve una visión del mundo desde la lente del grupo del que se forma parte: aparece la dualidad nosotros/ellos. Empezamos a pensar en los grupos que nos son externos utilizando categorías y estereotipos en función de una serie de rasgos comunes, muy útiles a la hora de procesar la información de forma rápida. Esta es la gang mentality, o "pensamiento pandillero". Nosotros buenos, vosotros malos. Sirve para entender por qué los comportamientos fuera del grupo son más condenados que los del grupo propio: "nuestra basura no huele tan mal como la suya", y un montón de fenómenos más que no explicaremos ahora, pero que dejan muy a las claras que nos seguimos comportando como hace miles de años. Queda reflejado en fenómenos como el clasismo, el racismo, el sexismo, la xenofobia, y otros.
Así pues, los grupos cooperan o compiten entre sí según lo que perciban como intereses comunes.
Martin Luther King y Gandhi entendieron esto a la perfección: la mejor forma de luchar contra un sistema injusto es elegir no participar en él. Al negársele colaboración, se le restan fuerzas y estas se pueden sumar a otro sistema menos injusto. Un enfrentamiento violento deja al sistema injusto en el terreno que le beneficia. La única lucha con la que había alguna posibilidad de ganar en esas condiciones es la lucha no violenta.
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Gandhi durante la Marcha de la sal, que facilitó la independencia de la India del Imperio británico. |
Sin embargo, hay que distinguir dos tipos de colaboración: activa y pasiva .
La colaboración activa o explícita es aquella en la que se invierte trabajo y recursos reales. La colaboración pasiva o implícita es el consentimiento por omisión de resistencia activa, y es la más común -puesto que es difícil oponerse activamente a más de una cosa simultáneamente-. Como dijo Mahatma Gandhi: "Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena".
Ahora bien, ya hemos visto la importancia de la colaboración, pero ¿cómo conseguimos que otros colaboren con nosotros? ¿Y como conseguimos que aquellos con los que competimos no colaboren entre sí? ¿Es posible que nuestros competidores dejen de colaborar entre sí y lograr que colaboren con nosotros?
Estas preguntas surgen de la ilusoria dicotomía dentro/fuera del "grupo de poder".
Para conseguir colaboración disponemos de varios recursos.
=> Se trata del control de: 1) tiempos, 2) lugares, 3) habilidades humanas, 4) información, 5) recursos materiales, y 6) la violencia.
Ya estamos entrando en materia. Probablemente conozcas de antes el triángulo de la violencia de Johan Galtung, o la teoría de Max Weber de que el Estado es el único que tiene el monopolio de la violencia. Este blog no va a describir el poder como a muchos nos gustaría que fuera, sino como es.
LOS IMPERIOS DE LA MENTE
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